Un trabajador es el diente de un gran engranaje que cuando falta, hace colapsar la máquina que produce, no solo bienes, sino bienestar social, cordura política y deja de liberar la endorfina más beneficiosa de un país: la esperanza. Una sociedad sin esperanzas, parte de un diagnóstico a corto y mediano plazo, donde se está matando lo fundamental: el trabajo.
Y en ese mundo trabajador, cuando los dientes del engranaje que mueve a un país, son falibles a los virus negativos que destruyen sus progresos personales y colectivos, llámense estos virus patógenos, la corporación política gobernante (sea quién sea) y muchos dirigentes sindicales (de cualquier extracción), a través de los manejos espurios de los fondos públicos, la inequidad, la corrupción, el corporativismo cipayo que tracciona en contra de los valores básicos del ser humano como el derecho a la vida, al sustento, al salario justo, a la libertad individual, a la propiedad, etc, se produce un fenómeno donde el fin principal apunta a destruir el trabajo y la educación y eso no es casual, es que el trabajo libera e independiza y la educación forma pensadores críticos. Y la tendencia negativista de los regímenes políticos y sindicales, en esta suerte de modelos neo-fascistas que contagian, especialmente, a los países más débiles social y económicamente, tienen como blanco esos nichos de oposiciónque deben batir para cooptar definitivamente a un pueblo: hacer efectiva la dependencia y la ignorancia.
Por eso el trabajo y la educación liberan. Ambos son las mejores herramientas para democratizar a un pueblo. Hace 60 años atrás eran las armas, las usadas para la liberación de masas; estás nuevas estrategias de atacar la voluntad y el pensamiento, son aún más peligrosas.
Hoy es el día del Trabajador y en nuestro país se combina con el día en el cual, durante la guerra de Malvinas en 1982, se produjo el bautismo de fuego de nuestra Fuerza Aérea. No es un tema menor. Hay héroes silentes en un país estruendoso y complejo.
Hay héroes que se funden y no se confunden, como quieren algunos y muy bien los reflejó Nik en un cuadro que contiene una simbología extraordinaria, combinando elementos que engloba a todos los héroes argentinos, aunque la iconografía remita a los héroes de Iwo Jima.
Son héroes aquellos que trabajan realmente y los afecta y mata la pandemia y sus consecuencias, ya sea por el Covid 19 en sí mismo, o por pertenecer a Salud y pelearle en la trinchera al virus, el cierre de sus comercios, o la pérdida del trabajo o el cierre de sus fuentes laborales, los que nos cuidan, los que vigilan y asisten. Mientras otros, cómodamente recibiendo todos los meses grandes sueldos del Estado y robándose la única esperanza de una cura a la peste, separan a los médicos buenos de los relajados, denigran la autoridad, piden cerrar todo, ordenan medidas drásticas para mantener el control social y hace que el verdadero trabajador, viva su día con tristeza y melancolía, pero sin haber destruido la fe, ese reducto, ese refugio de los que aún creen que algo mejor está por llegar.
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