La leishmaniosis en los perros puede ser muy grave y muchas veces hasta mortal si no se detecta y trata a tiempo. Es una enfermedad que no tiene cura y crónica, pero cabe destacar que el perro no la transmite a los humanos ni a otros animales.
Debido a que los signos clínicos de la leishmaniosis canina no son patognomónicos, una buena evaluación de la reseña, de la anamnesis y de la exploración física es muy importante para confirmar la relación directa entre la infección por Leishmania y la clínica que muestra el perro.
Por ejemplo, no hay que olvidar que la leishmaniosis puede afectar a perros de cualquier raza, si bien algunas razas como el pastor alemán o el bóxer parecen ser más susceptibles. También parece que hay una mayor predisposición de los machos a desarrollar dicha enfermedad, como ya está descrito en la especie humana o en el hámster.
La leishmaniosis es una enfermedad endémica y estacional así que dependiendo de la zona climática y geográfica donde se encuentre el perro, habrá más o menos posibilidades de que la contraiga. Por tal motivo decimos que la probabilidad de contagio puede aumentar si nuestro perro había a la intemperie, en una zona húmeda y en épocas calurosas. Esta enfermedad afecta a los vertebrados, así que en ocasiones otros animales a diferencia de los canes también son infectados y tiene muy poca incidencia en humanos pero en estos no suele ser tan virulenta como en los perros, debido a que el sistema inmunológico es capaz de combatir la infección pero sí puede ser delicada en personas con el sistema inmunológico débil, como son los enfermos de cáncer y SIDA.
En España, las regiones más afectadas por la leishmaniosis en los perros son aquellas pertenecientes a la cuenca mediterránea y su época de más expansión se produce en los meses comprendidos entre el final de la primavera y el final del otoño, aunque en los últimos años, los mosquitos aparecen cada vez más temprano en la temporada (principios de marzo). Los insectos culpables de esta enfermedad en estas regiones son el Phlebotomus ariasi, Phlebotomus perniciosus, Phlebotomus langeroni, Phlebotomus longicuspis y Phlebotomus longipalpis (que se mantiene activo todo el año), todos ellos caracterizados por una actividad nocturna y crepuscular, siendo particularmente activa al atardecer, al amanecer y durante la noche.
Los causantes de este padecimiento son los mosquitos hembras del vector al necesitar sangre para la maduración de sus huevos, esta pica al perro que está infectado, succiona la sangre y en su interior después de pasar el parásito por distintas transformaciones deja al mosquito lleno de parásitos listo para picar a su próxima víctima infectándola. Esta enfermedad puede ser un martirio para el perro que la padezca y su propietario, debido a que requiere un tratamiento paliativo (tratar los síntomas) y no curativo ya que una vez que se contrae se deben hacer controles constantes para así prevenir posibles rebrotes después de recibir el tratamiento, es decir, que se debe controlar de por vida los síntomas. La leishmaniosis como lo mencionamos anteriormente, no tiene cura, y aunque la trates no quiere decir que el perro no tenga recaídas así que el tratamiento se debe continuar durante toda la vida del animal y es lamentablemente, muy costoso.
¿Cuáles son los aspectos más importantes de la Leishmaniosis en perros?
1. Transmisión y contagio de la Leishmaniosis
Como ya lo hemos mencionado anteriormente, la leishmaniosis se transmite mediante de las picaduras de mosquitos y puede afectar a todas las razas de perros. Los parásitos se multiplican en las células blancas de la sangre del perro, lo cual son las encargadas de la defensa del organismo a agentes infecciosos, dejándolo desprotegido. El período de incubación de dicha enfermedad, es decir, el tiempo entre la infección y la aparición de los signos y síntomas, puede ser hasta de varios meses.
Actualmente, debido al aumento de casos de esta enfermedad, se ha lanzado una hipótesis donde afirman de que la leishmaniosis se podría contagiar de perro a perro, aunque no hay indicios de que se transmita ni por contacto directo, ni heridas, ni por secreciones, ni orina, ni mucho menos heces.
2. Síntomas de la Leishmaniosis
Le leishmaniosis en los perros puede producir la muerte en casi la mayoría de los casos de perros infectados que no reciben tratamiento y vigilancia ulteriormente. Esta enfermedad puede ser de dos tipos: cutánea (lo cual afecta la piel) y visceral (son las que se ven afectadas las vísceras sobre todo el hígado y riñones). Este padecimiento no distingue de razas y edades así que cualquier perro puede ser afectado.
Si observas alguno de los siguientes signos clínicos lo mejor es que acudas lo más rápido posible con tu perro a que le brinden atención veterinaria y así realicen un diagnóstico oportuno:
• Úlceras en el extremo de las orejas, la cabeza o extremidades.
• Hinchazón de los ojos.
• Crecimiento de las uñas de manera anómala.
• Heridas que por lo general no sanan.
• Pequeñas pérdida de pelo por la zona de la cabeza y además con presencia de caspa.
• Muestra de sangre en la orina.
• Diarrea.
• Dermatitis o inflamación de la piel.
• Conjuntivitis.
• Atrofia muscular, especialmente en la cara (aspecto de envejecimiento y expresión triste).
• Debilidad o cansancio.
• Aumento del tamaño de los ganglios linfáticos (en cuello y cara interna de las patas).
• Hinchazón o inflamación de las articulaciones o cojera.
• Fatiga.
• Pérdida de muy notable de peso.
• Aumento de la temperatura corporal.
• Hemorragia nasal.
• Hinchazón del abdomen (posible hepatomegalia).
Es necesario que lleves a tu perro al veterinario en caso de que presente los síntomas que hemos mencionado anteriormente y este realizará un examen sencillo y rápido para poder demostrar la presencia de la enfermedad, si el resultado es positivo también le harán otros test de rigor para un diagnóstico definitivo de la enfermedad.
Si el nivel en que se ha visto afectado el can por esta enfermedad no es demasiado elevado, puede llevar una vida normal y usted también sin preocupaciones, pero por supuesto con controles periódicos para detectar nuevos brotes.
Además, cabe destacar que no todos los animales o en este caso los perros, presentarán los mismos síntomas y algunos puede ser que ni siquiera los muestren y permanezcan sanos hasta por años, son mucho más susceptibles los perros con sistema inmunológico debilitado y perros viejos. Los perros con buena inmunidad aunque estén igualmente infectados, podrían llegar a convivir toda su larga vida con el parásito sin que éste les cause ningún tipo de complicaciones.
3. Más sobre los signos clínicos de la Leishmaniosis
Los signos clínicos que podemos encontrar en la leishmaniosis son provocados por dos primordiales mecanismos patogénicos: Por un lado, una inflamación (hinchazón) granulomatosa no supurativa en los sitios donde se multiplica el parásito. Y, por otro, el depósito de inmunocomplejos en diversas localizaciones anatómicas.
Debido al primer mecanismo se han puntualizado manifestaciones clínicas en la piel, ojos, hígado, intestino, riñón, huesos y mucosas. Debido al segundo mecanismo se manifiestan lesiones mayoritariamente renales, oculares y vasculares.
Aún no se conocen con certeza los mecanismos patogénicos de la presentación de la anemia y de los trastornos de la hemostasia en la leishmaniosis. Muchos de los autores piensan que las principales causas de estas alteraciones son la presencia de los procesos inmunomediados junto con el hecho de que la leishmaniosis sea una enfermedad crónica. Se han descrito en diversos casos depósitos de amiloide en distintos órganos, aunque su importancia clínica parece poco relevante.
Signos clínicos de la leishmaniosis canina.
• Generales: Deficiente estado nutritivo hasta llegar a la caquexia (desnutrición), atrofia muscular, mucosas pálidas, letargia, lifoadenomegalia, epistaxis, hepato-esplenomegalia, inflamación articular o cojera, fiebre, entre otros.
• Cutáneos o mucocutáneos: Dermatosis exfoliativa (general o localizada), dermatitis ulcerativa (uniones mucocutáneas, cojinetes o callos de apoyo), dermatitis paular, dermatitis nodular, lesión en la nariz (semejante a la pénfigo-lupus), onicopatías, hiperqueratosis naso-digital.
• Oculares: Lesiones de la órbita (granulomas o miosotis), panoftalmia, glaucoma, uveítis posterior (corioretinitis, hemorragia o desprendimiento de retina), uveítis anteior difusa o granulomatosa, lesiones de la esclera (epiescleritis o escleritis difusa o nodular, lesiones corneales (queratitis nodular, queratoconjuntivitis o queratitis seca), lesiones conjuntivales difusas o nodulares, lesiones palpebrales.
• Otros: Gastrointestinales o neurológicos:
Los signos clínicos más habituales son los cutáneos, lo cual es presentada aproximadamente en el 80% de los perros enfermos. La linfoadenopatía está presente en 70 a 80% de los pacientes, y los síntomas generales lo cual incluyen la fiebre, apatía, adelgazamiento y atrofia muscular, están presentes en un 40 a 60%, y son también muy frecuentes.
Posteriormente se abre un gran abanico lo cual incluyen signos clínicos renales y/u oculares que son esplenomegalia, hepatomegalia, dolor, cojeras, diarrea, epistaxis, onicogrifosis, onicorrexis, aumento de la temperatura corporal, ictericia, síncopes o tos; que se manifiestan de forma variable con tantos por cientos de aparición que oscilan entre el 1% y el 20% según diferentes autores.
Los signos clínicos cutáneos más frecuentes son la presencia de una capa de pelo fino, sin nada de brillo; la alopecia o calvicie con exfoliación (descamación); la dermatitis ulcerativa; la dermatitis nodular; la dermatitis pústular; o los nódulos y ulceraciones en membranas mucosas.
Además, también es muy amplio el número de signos oculares, lo cuales se destacan la blefaritis, conjuntivitis, uveitis, queratitis seca y celulitis orbitaria; lesiones que pueden conducir a un glaucoma o a la panoftalmia y por tanto inclusive a la ceguera. La glomerulonefritis es la alteración renal más común.
En los perros se manifiesta con proteinuria que puede evolucionar a un síndrome nefrótico y en algunos casos finalizar en una insuficiencia renal. Los signos clínicos digestivos clásicos son la diarrea con o sin melena y los vómitos; ambos relacionados con colitis, duodenitis o secundaria a los problemas renales
La hepatitis crónica se observa de forma ocasional. La epistaxis, presente aproximadamente en un 10% de los casos, es uno de los signos clínicos más difíciles de explicar, debido a que en su patogenia se barajan la vasculitis, la trombocitopenia, las coagulopatías, la hiperviscosidad y la inflamación ulcerativa de la mucosa nasal.
4. Pienso que mi perro padece de Leishmaniosis. ¿Ahora qué hago?
En el caso de que pienses que tu perro padece de leishmaniosis, es necesario que visites a tu veterinario lo cual realizará una prueba analítica a través de una muestra de sangre de tu can. Dependiendo de su estado, también tomará una muestra de la médula ósea o del tejido de un ganglio linfático inflamado para así examinarla al microscopio y poder detectar los parásitos.
El período de incubación puede variar entre 3 meses y 18 meses. De manera excepcional, la enfermedad puede permanecer en latencia durante muchos años. Algunos perros son resistentes y, aunque reciban picaduras de los flebótomos, nunca mostrarán síntomas de la enfermedad siempre y cuando se encuentren correctamente alimentados y no estén sometidos a estrés. Esta resistencia, posiblemente, está determinada genéticamente.
5. Leishmaniosis en personas
Una persona no puede contraer la leishmaniosis a través de su perro, sino de la picadura de un mosquito hembra que pertenece al género Phlebotomus. En el caso de que el perro padezca de leishmaniosis, no hay ningún peligro de contagio a las personas si el animal está adecuadamente tratado. Además, varios estudios aseguran que la leishmaniosis es una enfermedad endémica de los perros y no supone un problema de salud para las personas.
La leishmaniosis es una enfermedad estacional, es decir, que reviste riesgo para la población canina en épocas en que los mosquitos están activos (de primavera a otoño). Es una enfermedad crónica e incurable, que el perro no transmite a las personas ni a otros animales. Sólo puede haber riesgo de contagio cuando la persona tiene las defensas muy bajas, como en el caso de padecer tuberculosis o sida.
Por otro lado, en cuanto a la hipotética transmisión de la enfermedad de perros a personas, el colegio de veterinarios manifiesta que «el reservorio habitual es el perro, pero para que la enfermedad se transmita, es imprescindible la participación del vector (mosquito flebótomo), los perros no contagian la enfermedad directamente a otros animales ni a las personas por ninguna vía».
6. Tratamiento de la Leishmaniosis
Si observas los síntomas clínicos o sospechas que tu perro ha sido infestado, de inmediato llévale a algún médico veterinario para así realizar una prueba serológica. El tratamiento será mucho más exitoso si se inicia en las primeras fases de la enfermedad.
La leishmaniosis en los perros se puede tratar, pero lamentablemente no se cura. El tratamiento solamente elimina los síntomas y no impedirá que tu perro tenga una recaída posterior.
Un tratamiento puede durar varias semanas, pero el parásito siempre estará en el perro. Hasta el final de la vida del perro, periódicamente los síntomas pueden volver a aparecer y se tiene que repetir el tratamiento.
Aunque el tratamiento es muy costoso y no protege al perro de posibles recaídas, como lo dijimos anteriormente, sí aumenta la posibilidad de que tu perro sobreviva disminuyendo un poco los síntomas notablemente, algunos viven muchos años y pueden gozar de una buena calidad de vida. Las secuelas que sufre el perro después de la enfermedad dependen del estado en que hayan sido afectados sus órganos así que si no se detecta a tiempo y no se aplica pronto el tratamiento necesario y adecuadamente, puede resultar mortal sobre todo en casos de leishmaniosis visceral.
Los fármacos que son utilizados normalmente para el tratamiento son compuestos antimoniales. Se aplican a través de inyección y el tratamiento como ya lo dijimos puede durar varias semanas.
¿Cuál es la posibilidad de recaída? Muy variable y difícil de cuantificar. Dependerá de la calidad de vida del perro, de posibles reinfecciones por otros flebótomos, del control veterinario que se practique etc.
Recuerda siempre ir con tu veterinario de confianza y solicitar información sobre la incidencia de esta detestable enfermedad en tu localidad, acude a él para más información sobre los tratamientos si tu perro padece de este mal. Además, recuerda también compartir esta información con el objetivo de concienciar a las personas sobre la gran importancia de la prevención de esta enfermedad y así evitarles malos ratos a nuestros amigos de cuatro patas. Y ten una cosa en cuenta… Cuanto antes se diagnostica la enfermedad, mejor se puede controlar.
7. Prevención de la Leishmaniosis
Esta enfermedad se puede prevenir con una vacuna, la cual puede ser aplica a los cachorros sanos a partir de los seis meses de edad. Esta vacuna desarrolla la inmunidad celular, enseñando al sistema inmune a defenderse correctamente del parásito, es decir, que las células destruyen la enfermedad, así que la vacuna protegerá a nuestro perro cuando sea picado por un mosquito infectado. Se necesitan tres dosis el primer año de vacunación y se debe revacunar anualmente.
En algunos países del mundo la vacuna puede ser un poco costosa pero el tratamiento puede ser aún más, así que si queremos de verdad a nuestra mascota y queremos evitarle un sufrimiento de tal magnitud dicha prevención es justificada.
Hay que tener muy en cuenta que los perros que poseen anticuerpos no pueden ser vacunados, ya que en este caso la vacuna no los curará, en palabras resumidas si el animal está padeciendo la enfermedad la vacuna no le servirá de nada. Además, también es importante tomar en consideración que los animales sólo pueden ser vacunados si gozan de un buen estado de salud y que las hembras cuando se encuentran embarazadas tampoco pueden vacunarse.
La prevención de la leishmaniosis en los perros no sólo se puede llevar a cabo a través de la vacunación sino también con controles anuales de exámenes de sangre en regiones de alto riesgo para esta enfermedad sobre todo en zonas húmedas y en meses calurosos.
También existen otras medidas de prevención y protección las cuales son:
• Colocarles a los perros collares antiparasitarios repelentes de mosquitos.
• Utilizar productos antiparasitarios externos regularmente que también actúa como repelentes.
• Fumigar en las áreas con mayor actividad de mosquitos.
• Usar velas o espirales en las terrazas para que espante a los mosquitos.
• Dentro de la casa es mucho mejor usar enchufes que protejan a toda la familia como insecticidas eléctricos.
• Evitar visitar en época de verano zonas húmedas y pantanosas.
• Usar mosquiteras en las ventanas de las casas de campo y playa.
• No pasear con tu mascota cerca de los ríos o zonas húmedas al atardecer, debido a que aumenta la actividad de los moquitos a esas horas exactas cuando cae la noche.
• La actividad de los mosquitos aumenta durante la noche, así que es mejor que el animal duerma en casa.
Con todos los datos expuestos en este artículo queda claro que la prevención es, sin duda alguna, el método más efectivo para evitar la leishmaniosis canina.
8. La vacuna contra la Leishmaniosis
Luego de más de veinte (20) años de investigación tras investigación se lanzó al mercado, en el año 2011, la vacuna contra la leishmaniosis en los perros. Su administración tiene que ser realizada en perros sanos tras haber sido confirmado en un estudio serológico previo, y sus efectos serán la estimulación del sistema inmunológico de nuestro amigo perruno, que verá reforzada su resistencia a las enfermedades.
Además, también hay que tener muy en cuenta que la vacuna contra la leishmaniosis no elimina al 100% las probabilidades de contraer la enfermedad, por lo cual sigue siendo recomendable el uso de repelentes, sobre todo en las zonas y las épocas más proclives al desarrollo de la enfermedad como bien lo saben.
Las probabilidades de sufrir ciertas reacciones secundarias negativas a la vacuna son mínimas y sus síntomas de escasa gravedad. Entre los factores secundarios descritos se encuentra la posibilidad de que nuestro perro desarrolle, en el área en la que ha recibido, inflamaciones, enrojecimiento, endurecimiento o dolores, todos ellos de carácter temporal, y poco preocupantes, que deberían desaparecer a los pocos días.
Asimismo, nuestro perro podría dar muestras de apatía, sufrir algún trastorno alimenticio o un poco de fiebre, que serán más frecuentes tras la administración de la vacuna. También existe alguna posibilidad de desarrollar alguna alergia.
Debido a la existencia de estos efectos secundarios, existen opiniones dispares entre los defensores y los detractores de la administración de la vacuna de la leishmaniosis a nuestros perros, aunque la reducción de las probabilidades de la contracción de la enfermedad es un hecho.
9. Cómo evitar posibles recaídas de la Leishmaniosis
Nunca se consigue eliminar del todo el parásito que causa la leishmaniosis en el perro. Por tal motivo, son necesarias las revisiones veterinarias que detecten posibles rebrotes de la enfermedad.
Además, existen ciertas situaciones que pueden reavivar los síntomas, como lo es el cáncer en el perro. El estrés, una gastroenteritis o una operación quirúrgica también pueden desestabilizar sus defensas e influir para que reaparezca un brote de leishmaniosis. Por ello, si lo que se quiere es paliar los signos de esta dolencia, hay que procurar que el animal no enferme y valorar las consecuencias de realizar una operación quirúrgica.
El frío también puede ser el causante de desencadenar de nuevo un brote. Sobre todo, si duerme a la intemperie y a temperaturas muy bajas para él. Y es que cualquier factor que cause una bajada de las defensas del animal enfermo puede reactivar los síntomas de la leishmaniosis.
10. Alimentación para un perro con Leishmaniosis
Además, determinadas circunstancias pueden desencadenar un brote de leishmaniosis o, por el contrario, pueden mantener a raya la enfermedad. Una alimentación de calidad para el perro (pienso de gama alta) o inclusive específico para los canes que padecen la enfermedad ayuda a mantener en forma sus defensas.
También es necesaria una dieta especial para el perro enfermo, con niveles reducidos de fósforo, rica en antioxidantes y ácidos grasos omega 3 y omega 6, además de con niveles apropiados de proteína, alta digestibilidad.